De manera progresiva cada vez son
más las empresas que van afianzando la idea de que las personas son la
auténtica clave para la consecución de resultados. Un planteamiento que
vuelve a poner de manifiesto el papel determinante que juega el liderazgo para
la consecución o no de los resultados de negocio.
En el fondo… las personas siempre
han sido el foco del liderazgo… solo que bajo un estilo de liderazgo
autocrático, poco permeable a nuevos enfoques y planteamientos, orientado a
proteger el modus operandi y el status quo establecido y donde
imperaba un modelo de centralización de información con procedimientos muy bien
delimitados para la toma de decisiones… los resultados se conseguían “de
las personas”…
Pero ahora, conseguir los
resultados “de las personas” no es suficiente. Los cambios acaecidos en los últimos
años dibujan un contexto profesional caracterizado por una complejidad “in
crescendo”, con elevadas dosis de incertidumbre y con una gestión que contiene
cada vez más variables que despejar. En definitiva, es el momento de
plantear un modelo de liderazgo en el que los resultados no se consigan “de”
sino… “a través” de las personas. Una preposición que condiciona la
proposición de valor.
Por lo tanto, ante unas
circunstancias de mercado que exigen más y mejor involucración, colaboración,
agilidad, creatividad, autoliderazgo, flexibilidad y adaptabilidad, casi
resulta imperativo reflexionar qué puede hacer una persona desde su condición
de líder para mejorar los resultados de la organización no “de”, sino “a
través” de las personas…
Para ello, quizás sea la
hora de abandonar nuestra adicción a ofrecer las respuestas correctas para, en
su lugar, potenciar nuestra capacidad para plantear las preguntas adecuadas en
el marco de una conversación de valor…
Preguntar Vs Responder… Escuchar
Vs Monopolizar el discurso. Un reto mayúsculo para una amplia mayoría de
directivos, managers y profesionales en general… que tienen en su mano la
capacidad de modificar su estilo de liderazgo desarrollando el arte de
conversar y, claro está, de preguntar…
1. ¿Qué puedo hacer por ti?. Liderar es el ejercicio de
ponerse al servicio del otro. Salvo excepciones, nunca fue una práctica
habitual, pero en la actualidad, una de las principales claves para liderar,
frente a la extendida práctica de inferir lo que los demás necesitan de
nosotros, es preguntar en que se puede ayudar…
2. ¿Qué retos/objetivos quieres
conseguir?. Frente al modelo tradicional en
el que el líder indica lo que hay que lograr… preguntar qué objetivos y retos
se quieren alcanzar, es un mecanismo esencial a la hora de involucrar. El
auténtico compromiso se adquiere con lo que cada uno quiere lograr… no con lo
que te obligan a alcanzar…
3. ¿Para qué lo haces?. En otras palabras, invitar a
reflexionar por la razón de ser del trabajo que se va a realizar…; Conseguir
resultados a través de las personas implica que estas identifiquen el propósito
por el que se ponen en acción, buscando el sentido y la lógica de sus acciones,
tareas y responsabilidades…
4. ¿Qué tienes y qué te falta
para conseguirlo?. Preguntar con que se cuenta y de
que se carece permite identificar los recursos que se tienen a disposición y
que apoyos se precisan para alcanzar los resultados que se desean alcanzar.
¿Cuántas veces no hemos alcanzado algo por no saber que nos faltaba para
lograrlo?
5. ¿Cómo lo harías de forma
diferente?. En definitiva, permitir que los
colaboradores dibujen y reflexionen acerca de las alternativas existentes
para abordar un reto, parece ser una actitud más inteligente que indicarles
como tienen que conseguirlo para satisfacer nuestro ego…
6. ¿Qué puedes ganar y que
puedes perder?. Preguntar por los beneficios y
costes asociados a cualquier decisión y acción permite ver los riesgos
asociados por hacer o dejar de hacer algo…; Identificar pros y contras es un
ejercicio esencial para potenciar los músculos de la autonomía y la capacidad
para tomar decisiones. El autoliderazgo se desarrolla cuando nos acostumbramos
a pensar en términos de costes y beneficios.
7. ¿Quién y qué conoces en tu
red que puede ayudarnos?. Como profesionales conectados,
somos el valor de nuestra red y del conocimiento al que accedemos dentro de
ella. Liderar no es invitar a conseguir misiones imposibles… sino invitar a
explorar nuestra red y sus posibilidades para la consecución de resultados…
8. ¿En qué complementas a los
demás y como te complementan ellos a ti?. Preguntar por el impacto que una
persona genera en su entorno ayuda a fomentar su autoconocimiento… preguntar
por como los demás complementan al otro sienta las bases de un modelo
basado en la colaboración… un elemento crucial para conseguir resultados a través
de las personas en entornos complejos, inciertos y volátiles…
9. ¿Qué tienes que hacer para
llegar hasta allí?. Conocer qué se quiere lograr,
para qué, los recursos con los que se cuenta y los apoyos que se necesitan,
permite obtener la información necesaria para trazar un plan de acción… No lo
olvidemos, liderar es, ante todo, conversar para desarrollar la capacidad de
ponerse en acción…
10. ¿Cómo te sientes?. Las personas son emociones y las
emociones son el combustible que nos permite ponernos en movimiento; Liderar,
por lo tanto, es gestionar emociones y permitir que estas se transformen en
acción, ya que la acción es la única llave posible para la consecución de
resultados a través de las personas… y lógicamente de sus emociones…
Propósito, beneficio, apoyos,
costes, emociones, soporte, autoliderazgo, alternativas, innovación, recursos… y, por supuesto, acción, son tan solo algunos de los
ingredientes que permiten alcanzar y mejorar los resultados a través de las
personas (y no de ellas) en un contexto que, cada vez con más urgencia,
requiere que todos y cada uno de los miembros de una organización descubran y
desplieguen al máximo sus capacidades y su potencial de actuación.
Pero tampoco podemos obviar el
hecho de que liderar en muchas ocasiones implica dar respuestas y ofrecer
asesoramiento, porque las personas también necesitan pautas y orientación para
mejorar su rendimiento.
Nuestro entorno actual nos
demanda reequilibrar el modelo imperante en términos de liderazgo; un entorno
que requiere desarrollar profesionales con capacidad de crítica y de decisión,
con mayor autonomía y flexibilidad, orientados a la colaboración y que auto-gestionen
su compromiso… unos rasgos de comportamiento que aparecen, obviamente, cuando
se lidera construyendo conversaciones de valor y naturalmente, cuando se
entrena y practica el arte de hacer las preguntas adecuadas